jueves, 22 de julio de 2010

Razón y emoción

Hasta hace poco, todas mis acciones y decisiones eran detalladamente calculadas, razonadas y ejecutadas, sin embargo, esa obsesión por arrebatarle al azar el poder casi me cuesta la vida.

De manera que me aventuré en el mundo del impulso. Si bien no fue fácil dejarse llevar completamente por la emoción y la sensación, el misterio de lo desconocido terminó por envolverme y rápidamente me adentré en la complejidad de los sentimientos. Créanme, es mucho más fácil actuar con razón que con corazón, por lo menos para una persona como yo.

Tomé varias decisiones cegado por el impulso, de algunas me arrepiento, es cierto, pero de otras definitivamente no. De hecho agradezco haber actuado por impulso en circunstancias donde anteriormente la razón con seguridad me hubiera hecho errar.

Inconforme aún, planifiqué un experimento que me permitiera concluir qué era mejor.

El fin de semana pasado una reunión familiar me permitió compartir con mi hermana a quien amo con todo el corazón y a quien regularmente no puedo ver. Decidí no despedirme de ella al abandonar la ciudad, supuse que una llamada bastaría, después de todo un adiós podía darse por teléfono. El resultado del experimento fue una ansiedad y una culpa tan insoportables que seguramente sólo podrán calmarse hasta la próxima vez que pueda abrazarla y pedirle perdón por no dejar que mi impulso actuara. Fue la razón quien me obligó a experimentar y fue la razón quien paradójicamente le dio la razón a la emoción.

Negándose a ser olvidada la razón me propuso un acuerdo que no pude rechazar. La primera y muchas veces la única forma de actuar será por impulso, si de esa manera me equivoco le daré la oportunidad a la razón, después de todo, por grande que sea el error podrá de alguna manera corregirse. Cabe resaltar que no soy un psicótico, así que actuar por impulsó no traerá ninguna consecuencia funesta.

No creo en ningún dios y no puedo atribuirle a una fuerza o energía suprema que cuida de mí desde lo alto de alguna montaña invisible, el crédito de esas extrañas situaciones a las que últimamente me expongo y que por dolorosas que sean siempre me enseñan algo que de otra forma no hubiera aprendido, pero siento la necesidad de agradecerle a la vida, al universo.

Tampoco puedo culpar a nadie de mis desgracias, pero ese ya es otro cuento.

jueves, 1 de julio de 2010

Miedo

Hace ya bastante tiempo que no publíco algún tipo de producción literaria. Que quede claro que el término producción literaria obedece a cualquier conjunto de palabras, que unidas por un hilo conductor resultan en un artículo de opinión, cuento o relato escrito de la mejor manera posible. No necesariamente tiene que ser un documento digno de publicación de alta circulación, simplemente corresponde a un desahogo de ideas bien redactado, una especie de catarsis personal, un ordenamiento casi vital de mis pensamientos.

Decía que hace tiempo ya que no publico nada. De hecho no se trata de sólo publicar, se trata de escribir. Reconozco que lo he intentado, tengo una lista enorme de cosas sobre las que quiero escribir, sin embargo, cuando me enfrento a la hoja de papel o a la pantalla en blanco del laptop, mi cerebro se bloquea y me posee una frustración ahora tan frecuente que da miedo.

Juana y sus victorian doctors, la señora digna del bus, mi reciente salida, mi medicación actual, mi estado de ánimo, mi familia, los aeropuertos, SV, MG, todas estas historias deberán esperar un tiempo para ser contadas, me niego a hacer un mal intento de ellas.

Tengo miedo, mis buenas historias nacen casi siempre de un estado de ánimo con el que constantemente lucho una batalla, batalla que por estos días estoy ganando. Tengo miedo de condicionar mi producción a esos estados que me destrozan, tengo miedo de que mi debilidad emocional sea mi fuerza literaria.

jueves, 17 de junio de 2010

Girl, interrupted.

“Have you ever confused a dream with life? Or stolen something when you have the cash? Have you ever been blue? Or thought your train moving while sitting still?

Maybe l was just crazy. Maybe it was the 60’s. Or maybe l was just a girl… interrupted.”

jueves, 27 de mayo de 2010

Sensatez

Siempre he creído que los colombianos somos bastante insensatos. No queremos elegir un líder, queremos elegir un Dios todopoderoso, que se encargue de hasta el más mínimo detalle, de manera que no sea necesario preocuparse por ningún acontecer nacional y que cuando éstos sean infortunados podamos culpar enteramente a alguien.

Al principio nos dejamos llevar por la euforia, el júbilo, la emoción de la participación ciudadana que para el pesar de este país dura sólo el periodo de elecciones. Ensalsamos y apoyamos a nuestros candidatos de tal manera que hasta llegamos a cambiar principios de pensamiento sólo por estar de acuerdo con su opinión.

Contrario a lo que piensa la mayoría de fanáticas y fanáticos políticos que por estos días invaden mi correo electrónico con una cantidad alarmante de aburridos, mal redactados y molestos mensajes de propaganda, creo que reconocer que el candidato o candidata presidencial que apoyamos (cualquiera que éste sea) carece de algunas habilidades, comete errores y ciertamente no debería hablar de algunos temas que no maneja apropiadamente, no es una forma de aceptar que no es el mejor entre el grupo de candidatos, por lo contrario, creo que ésto le da más fuerza al reconocer que sus seguidores son tan sensatos que saben realmente qué pueden y qué no pueden esperar de él o ella.

En días pasados tuve la oportunidad de presenciar un discurso del candidato que me simpatiza. Después de escuchar las palabras de su fórmula vicepresidencial y sus colaboradores, la cosa iba bastante bien, sin embargo, cuando llegó su turno de utilizar las palabras, dejó claro que de elocuencia y don de gente, poco. Esto sumado a algunas declaraciones que sencillamente no debió hacer, me hicieron replantear mi decisión. Sin embargo, cuando puse en la balanza todo lo bueno y lo malo no sólo de él, sino del resto de candidatos, descubrí que a pesar de sus resientes e infortunadas declaraciones, tiene el plan de gobierno con el que más me identifico y el mejor grupo de colaboradores, por eso decidí seguir apoyándolo.

No es sensato pensar que podrá hacerlo todo bien, sin cometer error alguno, es sensato pensar que estamos eligiendo un grupo de ideas y personas en el que nosotros mismos debemos incluirnos, porque al elegirlo ya hacemos parte de él. Un gobierno no es un presidente, un gobierno son todas las personas que él representa y como parte del grupo debemos aceptar responsabilidades y logros y no hacernos los que no sabíamos en momentos de crisis. Por supuesto cometeremos errores, pero ahí estaremos para debatir, para decidir por el bien común, de eso finalmente se trata.

martes, 25 de mayo de 2010

Una rosa para Dylan Thomas

Comparto este maravilloso poema de la poeta colombiana María Mercedes Carranza.


Una rosa para Dylan Thomas - María Mercedes Carranza

Murió tan extraña y trágicamente como había vivido, preso de un caos de palabras y pasiones sin freno... No consiguió ser grande, pero fracasó genialmente...
D.T.


Se dice: "no quiero salvarme"
y sus palabras tienen la insolencia
del que decide que todo está perdido.
Como guiado por una certeza deslumbrante
camina sin eludir su abismo;
de nada le sirven ya los engaños
para sobrevivir una o dos mañana más:
conocer otro cuerpo entre las sábanas destendidas
y derretirse pálido sobre él
o reencontrarse con las palabras
y hacerlas decir para mentirse
o ser el otro por el tiempo que dura
la lucidez del alcohol en la sangre.
En la oscuridad apretada de su corazón
allí donde todo llega ya sin piel, voz, ni fecha
decide jugar a ser su propio héroe:
nada tocará sus pasiones y sus sueños;
no envejecerá entre cuatro paredes
dócil a las prohibiciones y a los ritos.
Ni el poder ni el dinero ni la gloria
merecen un instante de la inocencia que lo consume;
no cortará la cuerda que lleva atada al cuello.
Le bastó la dosis exacta de alcohol
para morir como mueren los grandes:
por un sueño que sólo ellos se atreven a soñar.